Rescate Rosalila
Investigación y Consolidación del Templo 10L-16 y de Rosalila
(1990-1997)
Descubriendo Rosalila
El 23 de junio de 1989, el arqueólogo hondureño Ricardo Agurcia Fasquelle (en la actualidad Director Ejecutivo de la Asociación Copán) descubrió un templo único y extraordinario. Mientras exploraba bajo el Templo 16, él encontró la muestra mejor conservada de arquitectura monumental en Copán. Le dio por nombre “Rosalila” (nombre de un color), siguiendo un sistema de nomenclatura establecido en el Proyecto Tikal.
A Rosalila no lo destruyeron los antiguos mayas, como a otros edificios que han encontrado los arqueólogos. Fue enterrado con mucho esmero y con mucha ceremonia. Sus cuartos, molduras y nichos se rellenaron con mucho cuidado con lodo y piedras, mientras que sus paneles trabajados en estuco los cubrieron con una capa gruesa de mortero blanco. Este mortero protege aun las numerosas capas de pintura original de Rosalila.
Datos y Figuras de Rosalila
Rosalila mide 12.9 metros de alto y tiene tres pisos. Los dos niveles superiores sirven como una gigantesca cartelera pre-Colombina y despliegan un complejo trabajo artístico religioso del Clásico Temprano. El nivel más bajo se compone de cuatro cuartos, largos y angostos, y solamente cruzando los tres primeros se puede llegar al cuarto central y más íntimo. Dentro de estos espacios sagrados, los mayas realizaban importantes ceremonias. A medida que lo iban enterrando, los mayas colocaron hermosas ofrendas en estos cuartos.
La base del edificio mide 18.5 por 12.5 metros y la fachada principal está hacia el oeste. El templo está ubicado sobre una pirámide terraceada de tres metros de alto, bautizada como “Azul”. Comparada con otras pirámides en Copán, Azul es pequeña, ya que en general pueden llegar a tener hasta 20 metros de alto. Igual que otros templos, construidos en el eje central de la Acrópolis, las graderías principales están al oeste, la dirección que los mayas asociaban con la entrada al otro mundo, el mundo de los muertos, el lugar donde el sol moría diariamente. En la gradería principal hay siete gradas y el peldaño quinto tiene una fecha jeroglífica de dedicación: 21 de febrero del año 571 d.C. Esta fecha está cerca del final del reinado de Luna Jaguar, décimo gobernante de Copán.
Función de Rosalila
Las paredes internas del templo estaban cubiertas con hollín, consecuencia de la actividad de quemar incienso y de utilizar antorchas, algo similar a las paredes de muchas viejas iglesias. Dentro del templo había numerosos artefactos que reflejan prácticas religiosas antiguas. Agurcia encontró siete incensarios de barro con carbón todavía adentro. Dos de estos estaban sobre pedestales de jaguar esculpidos en piedra. También encontró ofrendas de cuchillos de pedernal (para sacrificios), nueve elaborados excéntricos de pedernal (cetros ceremoniales) envueltos en restos de una bolsa de tela de un color azul profundo, joyería tallada en jade, conchas de mar, espinas de manta raya (perforadores para ritos de sangrado), vértebras de tiburón, uñas de jaguar y restos de pétalos de flores y de agujas de pino. Algunos de estos restos (particularmente los incensarios y las flores) traen a la mente prácticas religiosas todavía en uso entre los mayas modernos.
Rosalila fue el santuario principal religioso en Copán en las postrimerías del siglo sexto d.C. Es la muestra preservada más completa que se ha encontrado, hasta ahora, del arte y de la arquitectura maya de este período. Así como puede aparecer la cubierta de un manuscrito ilustrado, las fachadas de este edificio están elaboradamente decoradas con mensajes religiosos complejos. Los temas son cosmológicos y enfatizan al Dios Sol, K’inich Ahau—el patrón divino de los reyes mayas y el tocayo espiritual del fundador de la dinastía, K’inich Yax K’uk Mo’.
Apoyo para el Proyecto
La Asociación Copán proveyó los fondos para una parte de la investigación, la conservación y para la presentación de Rosalila al público. La Asociación también ayudó en la creación del túnel para los visitantes a Rosalila y del Museo de Escultura de Copán. Sin el trabajo incansable y sin los fondos con que contribuyó la Asociación, el templo impresionante de Rosalila no sería el icono de la identidad nacional y el orgullo que es hoy.